verano

Final del verano… a unas horas de volver al trabajo y no hay manera de dormirme. Normal, hace dos meses que modifiqué mis horarios y en ello sigo. Estoy feliz, radiante y optimista. El verano siempre me aporta la energía que necesito para pasar el año. Para prepararme para ese frío que seguramente vendrá de golpe y que tan poco me gusta. Cierro los ojos y me pasan millones de imágenes por mi cabeza, millones de aromas, millones de sonidos, palabras, risas, llantos, besos y placeres varios. Millones de segundos vividos en tantos veranos….

Cuando era pequeñita siempre pasaba el verano en Sant Pol de Mar con mi madre. Me pasaba el verano dentro del mar, de allí mi mitad pez, que no sirena. Mi hermana sin embargo pasaba los veranos en Alcala del Obispo, Huesca, con mi padre. Somos una familia un poco rara, era un rollo tú a Boston y yo a California. Nunca entendí porque yo me quedaba con mi madre y mi hermana con mi padre, y con todo mi amor y respeto a mi señor padre, creo que siempre salía ganando porque madre no hay más que una y la mía es la mejor. Esos veranos eran mágicos, sol, playa, sal, helados, flotadores y burbujas hasta que aprendí a nadar…. Fui creciendo y seguía pasando mis veranos en Sant Pol, mi hermana seguía pasando sus veranos en Huesca y yo odiaba Huesca!. Durante el verano mi madre y yo siempre pasábamos una semana en Huesca con mi padre, mi hermana y mi abuela (que digo yo que era la semana “somos una familia normal”). Yo nunca quería ir a Huesca, mi madre nunca quería ir a Huesca. Mi padre nunca quería ir a Sant Pol, mi hermana nunca quería ir a Sant Pol!. Mi abuela la pobre iba donde podía.

Cierro los ojos y recuerdo esos veranos de adolescente saliendo de fiesta por Calella con Pili. Pili, mi compañera y cómplice de mis veranos en Sant Pol, ahora convertida en una madre feliz con una niña preciosa. Como me gusta seguir viéndote y seguir recordando nuestras idas y venidas, nuestros líos y deslíos, nuestros rollos…. Las horas que hemos echado en la calle!.

Poco a poco empecé a querer Huesca o quizás dejé de querer a Sant Pol… De repente hubo un cambio de papeles y mientras mi hermana viajaba por el mundo yo pasaba mis veranos en Huesca sola. Es curioso como puedes odiar un sitio sin saber porque. Más curioso es aun querer a un sitio y no saber porque. Paz, yo creo que esa es la palabra que siempre me viene a la cabeza cuando pienso en Huesca. Quizás por el silencio, quizás porque nunca huele a sal.

Verano tras verano y algún que otro verano “away” siguiendo los pasitos de mi hermana. Londres se convirtió en mi destino durante dos años. Luego vinieron los viajes con las amigas, algún que otro verano en la abandonada y calurosa Barcelona y algún que otro verano lejos con una mochila en la espalda.

El verano.

Este último acaba ahora. Ha sido maravilloso, loco, caótico, lúdico, divertido, alegre, lleno de visitas y amistad. Miles de horas de viaje, complicidad, nuevas caras, algún autobús perdido, algún vuelo retrasado, varios idiomas inventados y algún que otro placer prohibido, sexo, borracheras, insomnio y miles de horas habladas con conocidos y no tan conocidos. Ha sido compartido con mucha gente buena, con mucha gente a la que admiro, respeto y quiero. Idas y venidas sin parar: Londres, Barcelona, Huesca, Ibiza, Toulon, Marsella, Almería….

Miles de fotos, olores, paisajes, sabores, ruidos, músicas, abrazos…

No tengo sueño y mañana estaré tan nerviosa como cada 1 de setiembre cuando empiezo el cole. Soy como una niña pequeña que nunca quiere crecer. Me tumbaré en la cama, cerraré los ojos y dejaré que mi memoria me traslade a cada uno de los maravillosos veranos que he tenido la gran suerte de vivir. Ya empiezo a oler a sal… Debo estar en la barriga de mi madre en Sant pol de mar….